Mentalidad Ágil, ¿Cómo inicio el 2021?
Estamos cerrando un año que nos está dejando tantas enseñanzas en muchos aspectos, tanto sociales como económicos, que generan directa e indirectamente un impacto en nosotros. Y con todo que venimos viendo, entonces ¿Cómo deberíamos recibir el siguiente año? ¿Realmente el 2021 es la gran oportunidad que tenemos? La respuesta está en nosotros mismos, en nuestra disposición a lo que viene, y desde ahí se genera un cambio. Por lo tanto, es fundamental tener un cambio de perspectiva para poder adaptarnos a la volatilidad de nuestros tiempos. Es en este escenario donde aparece la “mentalidad ágil”, la cual es fundamental no solo a nivel personal sino también para las organizaciones, y así estar a tono con los nuevos retos.
Las organizaciones dependen fundamentalmente de sus equipos de trabajo para operar las labores diarias que generan valor a sus clientes así que son ellos, los equipos, los que deben comenzar a cambiar su forma de trabajo hacia la agilidad. Este proceso debe comenzar con un líder que propicie el cambio, pero ¿Cómo cambiamos la mentalidad de nuestros equipos de trabajo hacia la agilidad?
La mentalidad ágil se basa en principios y valores ágiles, estos a su vez serán la brújula moral y conceptual para todo aquel que quiera comenzar una transformación ágil. Ahora bien, la confianza en nuestros equipos es fundamental para permear la mentalidad ágil en tu organización, confiar en nuestros equipos es, a final de cuentas, confiar en mí mismo como líder o facilitador, pero ¿cómo es esto? Es entender que tienes expertos en cada uno de sus ramos y como tal, más que recibir órdenes lo que necesitan es tener las mejores condiciones para llevar al máximo sus capacidades y competencias. Por lo tanto, no tengas miedo en delegar y dejar que tu equipo de expertos se auto gestionen.
Tengamos en cuenta que naturalmente las personas buscan certezas en la vida que les permitan tener cierto “control” ante los acontecimientos, sin embargo, la incertidumbre es algo con lo que nos enfrentamos día a día y una mentalidad ágil está más preparada para afrontarla, la idea tradicional en los proyectos es que se puede planear a un nivel tal de detalle que la incertidumbre y los riesgos se minimizan al máximo como si se tratara de ver hacia el futuro y adelantarse a él, sin embargo, todo aquel que ha llevado proyectos dentro de una organización sabe que esto no es del todo cierto y que siempre sucederán inconvenientes, cambios y algunos riesgos incluso se detonarán.
¿Qué sucede con los proyectos?
La realidad social en la que los proyectos se mueven es incierta y volátil. Para esto es vital asegurarnos de algunos puntos base:
Existe un amplio acuerdo desde el comienzo de cada proyecto sobre el resultado deseado y cómo se medirá.
Las métricas para cada proyecto son únicas. Además, las métricas deben desarrollarse en colaboración y contar con el compromiso total de todas las partes interesadas.
El departamento de gestión de proyectos es responsable de comunicar los resultados continuamente durante el ciclo de vida de un proyecto para mostrar el flujo de valor y evitar sorpresas innecesarias al finalizar.
Para anticiparnos a lo que sucederá, podemos utilizar herramientas que nos den una visión clara de nuestros proyecto y así saber los tiempos dedicados, los costos invertidos, los beneficios del mismo y las previsiones de resultados que alcanzaremos. En un equipo de entrega de proyectos, las iteraciones de dos a cuatro semanas generalmente funcionan bien. Una vez que comienza una iteración, se procederá a su fin sin introducir cambios importantes, dando a todos los involucrados un período de certeza.
La anticipación es más difícil de cuantificar, pero el producto de la intuición nace de la experiencia de gestión de proyectos. Esta intuición se ve sofocada en proyectos que se han reducido a una serie de tareas formuladas por individuos y rastreadas por la dirección del proyecto.
La adaptación significa aprovechar las nuevas circunstancias. El entorno excesivamente rígido y burocrático en el que se gestionan la mayoría de los proyectos a menudo conduce a no aprovechar los cambios en las circunstancias que permitirían mejores resultados.
Algunas preguntas que podemos hacernos como líderes de proyecto para empezar a transitar a nuestros equipos hacia una mentalidad ágil:
¿Cómo puede mi equipo de trabajo actuar de manera ágil?
¿Qué trabajo puede entregar el equipo de manera más ágil y obtener retroalimentación temprana con la finalidad de mejorar el rendimiento de la siguiente iteración?
¿Cómo puedo mejorar la comunicación en mi equipo de proyecto con el fin de mejorar la transparencia?
¿Qué trabajo se puede omitir con la finalidad de concentrarse en los elementos de alta prioridad?
Entonces, ¿qué significa tener una mentalidad ágil?
La definición depende de nuestro propio observador, pero desde cualquier arista lo puedo interpretar como un conjunto de creencias, principios, actitudes, enfoques y más profundamente una filosofía de vida que de sentido a la realidad que quiero. En los negocios tener una mentalidad ágil nos permite afrontar de mejor manera la incertidumbre de los mercados y así poder tener la capacidad de adaptarnos rápidamente en bien de ofrecer un mayor valor a nuestros clientes.